FERRERÍAS
Luis Mª Ruiz Mendiburu
Por iniciativa de los monjes premonstratenses del monasterio de san Salvador de Urdax se pone en marcha, la ferrería vieja (Behereko-ola / behekola o ferrería de abajo), por estar situada aguas abajo del río que atraviesa el poblado central de Urdax, «cerca del puente llamado Odoldizun donde se dividen los dominios de las coronas de España y Francia», hoy Dancharinea, data de 1414, y funcionó con algunos sobresaltos durante las guerras francoespañolas, hasta la expulsión de los religiosos en 1839.
La segunda, Gaineko-ola/ Gainekola o ferrería de arriba, situada aguas arriba del citado pueblo, comenzó a funcionar en 1577; la montaron los monjes en terrenos comunales del Valle de Baztán. Fueron considerados intrusos por los baztaneses que además no estaban conformes con el corte y la saca de leña que suponía siendo en poco tiempo arruinada.
Terminó el fuerte litigio con la sentencia arbitraria de 1584, en la que se determinó, aparte de cuestiones de límites y derechos de pastos, reedificar y montar a la mayor perfección una ferrería entre ambos contendientes a partes iguales, en un lugar próximo al ocupado por la ferrería anterior, y en la misma sentencia arbitraria se determina llamarla significativamente «Bakeola» o ferrería de la paz.
Admitida de forma definitiva la sentencia arbitraria de 1584 por ambos contendientes, como punto de partida para una convivencia social y una colaboración industrial más completa, se reúnen en Urdax el 4 de mayo de 1584, viernes, el Alcalde del valle de Baztán, Alcalde perpetuo, Sancho de Itúrbide, y los delegados y jurados correspondientes, para poner en marcha todo lo proyectado, y entre otras cosas, tratan de la ferrería nueva “que ahora se ha de edificar y hacer en los términos y comunes de Baztán …” según lo manda la sentencia arbitraria.
Para preparar su construcción en las mejores condiciones, llaman a tres especialistas en el género, testigos de información, en frase del tiempo; no se trata en realidad de una subasta, sino de un informe que los técnicos emiten sobre la obra. Estos tres « ingenieros industriales» de aquellos tiempos remotos fueron: «maesse Jnº de Hualde», vecino de Lesaca; «maesse Domingo de Iparraguerre», vecino de Ezpeleta (Espelette), y «Domingo de Dolagaray», alias Bulon, vecino también de Ezpeleta, ferrones los dos últimos de Senpere (Saint-Pée-sur-Nivelle) y de Ainhoa, respectivamente. El primero de los citados sería seguramente alguno de los grandes ferrones de Lesaca, una de las cinco villas perronas de la cuenca del Bidasoa.
Con toda la solemnidad que el rito les permitía, los contrataron para hacer el estudio in situ, no sobre el papel, referente al trazado y coste total de la fábrica, incluyendo el precio de arrendamiento anual posible, recibiendo el jurado, ante escribano, la testificación oral individual.
El viernes, 10 de octubre de 1586, se reúnen por fin los dos testigos de información de Lesaca y Ezpeleta con los representantes del Monasterio y del Valle, para notificarles la terminación de la obra, salvo algunas pequeñas correcciones en la acequia y el canal. Testifican que comenzó a «labrar» en julio o agosto de 1585, pero no esperaban estuviese en perfecto uso hasta la Navidad del mismo año, por lo que se decidió comenzar a contar los 14 años del usufructo del Monasterio, el día 1 de enero de 1586.
Y, a partir de esta fecha, parece que todo funcionó a la perfección en la ferrería de Bakeola, repartiéndose a partir del año 1600 el producto del arriendo entre el Valle y el Monasterio de San Salvador. Fue una época de paz relativa entre los reinos de Francia y España y, como consecuencia, los habitantes de ambos lados de la frontera convivían en verdadera paz familiar.
Durante estos años, unos cincuenta, pudo desenvolverse la empresa industrial ferrona con fluidez aceptable, «en el boscoso valle de la montaña».
El optimismo era grande y la confraternización con los franceses completa. Pero, a su término ya de la guerra de los 30 años en Europa, se agravó la situación en esta parte de la frontera española y en una de las incursiones, quizá no del ejercito francés, sino de grupos armados poco controlados, la ferrería de Bakeola quedó totalmente destruida en 1636.
Y no se volvió a reedificar de nuevo la ferrería de la paz, a pesar de los continuos esfuerzos de los monjes de Urdax. Parece que el valle de Baztán perdía más con el carbón sacado de sus bosques para las ferrerías de Urdax que las cantidades cobradas en los diferentes arriendos; prefería vender carbón de su pertenencia a otras ferrerías del país, lo que ocasionó sonados juicios con los exigentes monjes de San Salvador de Urdax.
Vidal Pérez de Villarreal - Ferrería y ferrones por tierras de Baztán (II)
Pamplona 1977
Separata de la revista «Cuadernos de etnología y Etnografía de Navarra» - Número 27
Institución Príncipe de Viana – Diputación Foral de Navarra