"Desde el alto de las Coronas tomamos pista a la derecha, hacia el sur que sube junto a antigua casa de cazadores, a unos 400 m de la salida nos aparece una bifurcación, dejaremos la de la izquierda que va a unos terrenos particulares y seguiremos la de la derecha que se dirige hacia el sur.
La vegetación que domina en el recorrido es un pinar de pino silvestre o royo, Pinus sylvestris, con un fuerte estrato arbustivo alto constituido fundamentalmente por boj, Buxus sempervirens, de color naranja, el tojo, Ulex europaeus, el enebro, Juniperus communis, el espino albar, Crataegus monogyna, aulagas, Genista scorpius, y de manera dispersa aparece algunas carrascas, Quercus rotundifolia, de muy pequeño porte, así como algunos quejigos, Quercus faginea, y una repoblación de pino laricio, Pinus nigra, completamente invadido de procesionaria."

Tras ascender un repecho al que se puede llegar por dos bifurcaciones llegamos a un collado desde donde se divisa el gran anticlinal calizo de Peña Blanca y la ermita de la Virgen de la Peña en su alto. Seguimos la pista por la derecha, en dirección sur y según indica Borregil y Ollate.

Llegamos a los llanos de Legaroz. Al otro lado del prado nos aparece una borda abandonada (borda de Beate), tras la cual podremos encontrar una curiosa fuente bajo una roca. Seguimos en dirección oeste por el camino marcado y siguiendo las marcas blancas y rojas hasta el final de la campa.
Casi al final de la campa, donde el camino hace una pequeña curva, encontramos a la derecha una dolina que en tiempo fue utilizada como aprisco para el ganado y frente a ella y oculto entre los bojes, pero marcado con un mojón de señalización colocado por la Sociedad Gorosti, nos encontramos con el dolmen de Legaroz (1480 de distancia y 1115 m de altitud).
Justo detrás del dolmen y dejando unos 100 m antes las marcas blancas y rojas que siguen por la actual cañada, seguiremos una senda que se mete entre los pinos, al principio poco marcada, pero luego más nítida. En realidad corresponde a la primitiva cañada

Tras pasar por la antigua cañada desbrozada y con muchos afloramientos rocosos que incordian el paseo se llega a una zona de pinar donde el camino se marca más y el suelo aparece herboso. Esto es aproximadamente a unos 400 m del anterior dolmen. Aquí si descendemos unos 50 m entre los pinos a la derecha, sin senda marcada podremos descubrir el dolmen de Turendo.
El camino continúa entre pinos y hayas, con el suelo casi totalmente cubierto de brezos, gayubas, gamones y lastones y si nos fijamos seremos capaces de descubrir muchos rastros de vida animal, bañeras de jabalí, letrins de tejón, agujeros de pico picapinos, gigantescos hormigueros, etc.
A unos 3400 m de la salida el cmaino que llegamos confluye con la nueva cañada marcada que ahora seguiremos hasta llegar a las campas de Ollate.

La cañada alcanza un pequeño alto desde se contemplan delante las campas de Ollate sembradas depequeños pinos dispersos y como podados por el ganado, al fondo de las cuales podemos ver unas balsas artificiales para el ganado.
Desde este punto seguiremos las marcas blancas y rojas que sin una senda definida se dirigen hacia la parte alta de los prados y se acerca al bosque. Llegamos a un collado, situado justo al sur de las campas, donde la ruta desbrozada de la cañada se ve cerrada por una langa metálica. Desde este punto ya tenemos visión de la carretera que va de Bigüezal a Castillonuevo y Salvatierra de Esca y enfrente la sierra de Leyre por donde continúa la cañada. A partir de este punto iniciaremos el descenso hacia la Tejería, ya a la vista de la carretera y posiblemente del autobús o vehículo que nos espere si estamos realizando travesía.
El camino de descenso, primero entre pinos y luego entre quejigos, matorrales y cárcavas de erosión, no tiene pérdida hasta poco antes de llegar a bajo y que, marcado con mojones, hay que dejar la senda que va en dirección suroeste y tomar otro pequeño sendero en dirección sur que nos lleva a la carretera entre campos.