Aparcamiento público cercano a la foz de Lumbier.
Ahora se ha convertido en lugar obligatorio para dejar el vehículo.
En el momento en que describimos la ruta se cobra una tarifa de 2,50 € para los coches y de 5 € para autobuses.
Avanzamos hacia la entrada de la foz. Pronto vemos el panel del SL NA-113, que ya ha sido descrito hace años en esta misma web. Nos internamos entre las rocas de la foz y nos disponemos a atravesarla en toda su longitud.

Boca del primer túnel de la foz.
El camino-pista por el que atravesaremos el lugar es la caja del antiguo ferrocarril del Irati, que circulaba por estos túneles. Todavía quedan en pie multitud de postes de hormigón que soportaban la infraestructura de servicio.
A la derecha, protegido el lugar por una valla, podemos contemplar cómo entra el cauce del río Irati, que ya ha absorbido, poco antes, el caudal del Salazar.
No es necesario llevar iluminación. El túnel es corto y no nos quedaremos a oscuras.

Al salir al otro lado nos sentiremos integrados por completo en el ambiente del estrecho desfiladero. Cambia el paisaje, el sonido, el ambiente…
Los buitres abundan y recorren sobre nuestras cabezas el lugar, además de apostarse en las partes más elevadas.
El cauce del río es generoso y sigue circulando a nuestro lado.
Mantenemos la pista y vamos recorriendo el trazado.

Después de una tranquila y cómoda travesía encontramos el segundo túnel, el que ofrece la salida por el lado contrario de la foz.
Si lo deseamos podemos desviarnos un momento por alguna de las sendas que descienden a la orilla del río, donde disfrutaremos del ambiente rocoso que durante millones de años ha ido erosionando el agua.
De lo contrario nos internaremos en el túnel.

Si hemos bajado a la orilla del río veremos el estrechamiento que se produce al final de la foz. Incluso se advierten los restos del puente de Jesús (otros lo denominan "del Diablo") que permitía, hasta 1812, el paso de un camino que cruzaba el río sobre el lugar. El puente fue destruido por las tropas napoleónicas y nunca se reconstruyó.
Después hemos de regresar a la boca del túnel, donde nos hemos desviado, y atravesarlo.
Ahora el recorrido es más largo que el del primero, pero aunque llegamos a caminar un tramo prácticamente a oscuras, siempre tenemos un punto de referencia luminoso.

Al otro lado salimos a un paisaje completamente abierto. La pista marcha ahora recta, en dirección a Liédena.
El río sigue abajo, a la derecha. Hacia este lado arranca junto a la misma boca de salida, cambiando 180º de dirección, un estrecho sendero pegado a la pared rocosa por el que podemos acercarnos hasta el borde del puente antes citado.
Aunque no presenta mucho peligro no es recomendable para quien no tenga costumbre, pues hay algún tramo bastante aéreo. Incluso se ha colocado una cadena para agarrarse.

Ruinas del puente y boca sur de la foz.
Vemos enfrente el contrafuerte de piedras sobre el que se soportaba la estructura, A nuestra derecha el río sale entre dos paredes verticales y gira, nada más salir, en dirección este.
Debajo de nuestro sendero podemos observar los restos de varios edificios.
Más al sur, al otro lado del río, circula la autovía.
Ahora, regresando a la caja del antiguo tren, retomamos la dirección del camino principal. Así iniciamos larga recta por la que marchamos en dirección este.

Cuando el camino, hasta ahora recto, va a iniciar amplia curva a la derecha, unos 30 metros antes de llegar a unos paneles explicativos, una baliza con el título «APARCAMIENTO» y los colores blanco y verde del SL NA-113 nos invita a abandonar la pista por la izquierda e iniciar subida suave por un sendero.
El trazado es sinuoso. Se le unen algunos ramales que llegan por la derecha, desde los paneles antes citados.

Cambio de sentido.
En realidad es una bifurcación. Hay un ramal que sigue adelante mientras otro (el que seguimos), gira a la izquierda y gana más altura por la ladera.
En corto tramo alcanzamos una pieza de olivos jóvenes que contorneamos por el sur (al otro lado de esta pieza se levanta una pequeña cabaña).
Siguiendo por esta orilla, sin meternos entre los árboles, pronto se redefine el camino.
Seguimos ascendiendo entre carrascas.

El sendero alcanza una pista transversal.
Hay otra baliza indicadora.
Una señal del SL indica en el talud rocoso el giro a la izquierda que hemos de trazar.
Pronto hay un cambio de sentido hacia la derecha. Seguimos ganando altura mientras contemplamos al fondo la localidad de Liédena.

Después de subir un rato encontramos bifurcación.
Ahora por el ramal izquierdo, seguimos camino ancho (el principal lo corta una cadena y un cartel que prohibe el paso a personas "ajenas a la cantera").
Mantenemos las marcas del SL.
1:10 (4,52 km) - Bifurcación. Por la derecha, recto, siguiendo las marcas.
La zona está poblada de coscoja (Quercus coccifera), con carrascas sueltas. Abunda también el enebro, que ocupa grandes superficies.
El camino tiene, en zonas inclinadas, fuertes marcas de erosión provocada por la circulación de agua.

Justo en el momento en que pasa el camino bajo un tendido eléctrico de alta tensión, se divide en dos.
El que sigue el SL con sus marcas continúa a la izquierda, por un trazado coincidente con el tendido.
Aquí dejamos las marcas verdiblancas y, girando a la derecha, seguiremos el ramal de un camino que, unos metros más allá de la baliza, pasa hacia ese lado.
Pocos metros antes podiamos divisar la ermita de la Trinidad de Lumbier y las cimas de Izaga y adyacentes.
Seguimos ganando algo de altura, pero de forma algo más suave, en dirección este, paralelos a los roquedos.

En un rellano, con un pequeño grupo de encinas que crecen juntas a la izquierda de la traza, salimos del camino y dejándolas a nuestra izquierda, tomamos sendero estrecho que pasa junto a ellas y sube en perpendicular, en dirección norte, hacia el roquedo.
El camino es herboso, con pequeñas matas, pero pronto llegamos a terreno ocupado por la coscoja.
Aquí el sendero sigue subiendo con claridad, pero muy estrecho, de tal forma que rozaremos continuamente con el matorral.
Vemos el primer arco arriba, sobresaliendo de la formación rocosa.

Después de ganar altura, de que la pendiente se acentúe y el terreno se vuelva irregular e inestable, alcanzamos el primer arco.
Espectacular formación natural, desde la que dominamos un sugestivo paisaje a nuestros pies.
Bajo la roca hay un rellano de piedra, un descansillo donde podemos detenernos y disfrutar del entorno.

A la izquierda se divisa perfectamente Sangüesa y el polígono de la Papelera, con la sierra de Peña como fondo.
A la derecha la Higa de Monreal. A nuestro alrededor toda una colección de hitos rocosos donde descansan, habitualmente, los buitres.
Ahora cruzaremos bajo el arco y, al otro lado, encontraremos el estrecho senderillo que, por la misma base de la vertical rocosa, con fuerte pendiente a nuestra izquierda, y con especial atención, iremos recorriendo en condiciones semejantes a la de la ascensión.
Nos lo tomaremos con calma para desplazarnos hacia el oeste, con cuidado de no resbalar por las piedras sueltas que a veces encontramos.

Pasamos un punto estrecho, entre una gran chimenea rocosa y la pared.
Más allá divisamos ya el segundo arco. Aunque no veamos con claridad el sendero, este nos llevará sin albergar dudas. Es cuestión de fijarse en la continuidad y, también en unas viejas marcas de pintura roja que aparecen de vez en cuando.

Segundo arco.
El lugar es tan espectacular como los anteriores. Lo mismo podemos decir de las vistas. Aquí tenemos, incluso, mejor panorámica sobre la foz de Lumbier que hemos atravesado en el inicio de la excursión, y que vemos desde la altura como el profundo tajo que traza el río Irati en el paisaje.
Ahora, sin pasar al otro lado del arco, buscamos la continuidad para ascender a la zona superior de la sierra. Hay unos cairns que nos llevan hacia el roquedo superior.

El sendero alcanza una zona más elevada relativamente llana y se desplaza hacia el oeste, cerca del cortado.
Como el matorral crece hasta el mismo borde hay que caminar atentos.

Llega un momento en que el trazo gira 90º a la derecha sobre suelo rocoso y busca otro escalón, subiendo hacia ese lado. Algunas marcas de la pintura que hemos citado antes nos servirán de referencia.
Pocos metros después…

Desembocamos en un paso con fuerte inclinación.
La instalación de unas cadenas nos facilita la posibilidad de superar con comodidad este tramo, agarrándonos para ascender.

Así alcanzamos la zona más elevada, y girando a la derecha, hacia el interior de la sierra, en escasos metros encontramos el vértice geodésico de la cota de Trinidad.
Está rodeado de matorral, y el terreno a su alrededor es muy parejo en altitud, por lo que la visibilidad, aquí, no tiene parangón con el borde rocoso por el que hemos transitado.
Conviene dejar claro que no se trata de una cima. De hecho, el terreno sigue elevándose hacia el este, casi otros cien metros más, hasta la verdadera cota.
Para la excursión que describimos, no obstante, sí que supone el punto más elevado.

Ahora, entre el coscojar, seguimos en la misma dirección (norte) que la que nos ha conducido al vértice y así tomamos el sendero que nos va a llevar hasta la ermita de la Trinidad.
Pronto va girando hacia el este e inicia un suave descenso, aunque el terreno y el camino no cambian. Sigue tan estrecho como hasta ahora, y con el suelo muy irregular.

A veces el camino puede resultar confuso, pero buscando los cairns que jalonan el itinerario iremos avanzando.
Con frecuencia nos encontraremos con el corte de la sierra sobre el valle, en un incesante acercamiento al mismo. El suelo alterna, durante largo rato, entre el coscojar, rocas apuntadas y tierra.

El sendero sale bruscamente del matorral y aparece sobre la ermita de la Trinidad de Lumbier.
El panorama cambia.

Esta ermita es el destino anual de una romería que se repite todas las primaveras, en el domingo de La Trinidad. En las rutas culturales de esta web se recoge la tradición, ilustrada con numerosas fotografías.

Más abajo de la ermita seguiremos el camino que desciende, jalonado por las cruces de hormigón del Vía Crucis, en dirección al pueblo de Lumbier que vemos debajo.

Todo el itinerario está jalonado de grandes cruces, numeradas desde el XIV al I.
Si nos despistáramos siempre las tenemos como referencia visible desde lejos.

Después de importante descenso llegamos a una alambrada junto a la cruz de la primera estación.
Una puerta de red nos deja pasar al otro lado, donde se levanta una caseta de transformación eléctrica. Son terrenos de la empresa de embutidos Argal.
Giramos a la izquierda 90º por la pista que circunvala la instalación industrial y tomamos dirección sur.
Ahora vamos por terreno prácticamente llano.

Bifurcación.
Por la derecha.
Entre ambos ramales queda un olivar cercado con alambrada.
Mantenemos la dirección sur. El camino se torna de suelo herboso. Se adivina la boca de la foz en el horizonte.
3:28 - (Km 10,92) - Enlazamos con una pista de grava, muy ancha, que traza una curva cerrada en el punto donde contactamos.
Por la derecha, manteniendo la dirección.
Pronto, cuando la pista gira en amplia curva, cambiando el sentido de su dirección, vemos que estamos muy cerca del aparcamiento de donde hemos partido.
Terminamos de trazar la curva y avanzamos unos cien metros hasta el límite entre dos campos.

Sin camino establecido, por el borde del campo, cruzamos en línea recta, muy corta, hasta llegar al aparcamiento.
Final del itinerario.