Para llegar al punto de partida deberemos atravesar la población de Orbaitzeta, en el valle de Aézkoa. A los dos kilómetros y medio encontramos un desvío señalizado. Si se sigue recto se va a la fábrica de armas. A la derecha la dirección del pantano de Irabia. Cogemos esta última opción y a los doscientos metros nace a la derecha una pista con un amplio espacio para aparcar junto a un caserón que ahora es sede de una empresa de turismo de aventura. Aquí dejamos el coche y arrancamos a andar por la ancha pista.

Al poco cruzamos una regata y la pista empieza a ascender. A la izquierda, cercano, el Mendilazt cubierto de hayas y casas dispersas del barrio de Larraun. Nosotros caminamos entre prados de pasto. Según vamos subiendo oteamos el Orzantzurieta y el Urkulu. Con buena vista (o en su defecto con unos prismáticos) podemos apreciar los restos de la torre-monumento romana de su cima. Se llega a una bifurcación. Seguimos por la izquierda.

Ya vemos el Azalegi. Es el monte que aparece en el horizonte a la derecha del Mendilatz.

Hay que estar atentos cuando llegamos a este punto. Justo antes de que la pista gire a la derecha y empiece un ascenso bastante pronunciado hay que desviarse a la izquierda por un entrante donde nace un camino bastante menos marcado y que se interna en una zona arbolada.

En seguida se llega a un paso de alambrada. Hay que continuar por la senda que, en su comienzo es mas bien una pista poco utilizada y marcada. Entramos en un hermoso bosque de hayas y al poco llegamos junto a un poste de sendero local que indica hacia la izquierda. No lo seguimos y avanzamos por el camino en la misma dirección que traíamos, Noreste. Seguimos subiendo por el cordal sin perder altura.

De todas las grandes hayas que nos vamos encontrando destaca la de la foto, junto al camino, que une una imponente altura con un ancho de tronco que dos personas no pueden abarcar. Además el entorno es muy bello, con otras hayas hermanas que compiten con ella en grandiosidad y belleza.

Salimos del bosque a una bonita pradera de altura donde no es raro ver caballos pastando y dando un tono bucólico al paisaje. Atravesamos la pradera siguiendo siempre la misma dirección.

Al final de la pradera nace un camino bien dibujado entre la vegetación baja que lo flanquea y que en seguida empieza a ascender y nos vuelve a internar en el bosque acercándonos al cabo de unos minutos a…

Ermita de San Esteban. Bastante rústica, pero con el encanto de las cosas sencillas hechas con verdadera devoción. Una cruz a la izquierda de la fachada nos habla de su condición de edificio de culto. La puerta y ventana pintadas de un verde luminoso nos señalan su fábrica popular. Medio escondida y humilde (parece haber huído de las alturas en las que destacan muchas otras ermitas) tiene algo especial. Además suele estar abierta y hermosamente pulcra en su interior. Seguro que San Esteban ha dado cobijo a más de un montañero en dias de lluvia y truenos. Una nota colgada de una de las paredes nos da la bienvenida. Buen rincón para el descanso y la meditación.

Tras abandonar la ermita, sólo queda seguir ascendiendo siguiento las marcas verdes y blancas de sendero local, que aquí coincide con nuestro recorrido. En unos minutos salimos del bosque y ante nuestros ojos se presenta la cima pelada del Azalegi.

Un último esfuerzo y llegamos a lo alto de la montaña. Vistas amplias y diáfanas (si el tiempo acompaña) nos rodean. Varias cumbres de esta parte del Pirineo orlan el horizonte. Unas dicen que pertenecen a Francia, otras a España. Pero nosotros sabemos que las montañas, si pertenecen a alguien, es a quien las recorre con respeto.
Cerca, la cima gemela del Aritzelate al otro lado del collado por el que pasa una pista que baja a otro collado que separa Azalegi del Mendizar, visto muy cercano desde aquí. En la cumbre del Azalegi encontramos también un bunker formado por un pasillo con dos bocas y un ensanchamiento central que seguramente era usado como almacén de munición.
Podemos volver por donde hemos venido o regresar al coche bajando a este collado y seguir la carretera (que es parte del GR-11) hacia la izquierda, hacia el Oeste, que nos lleva sin pérdida al punto de inicio de la ruta.