Leitzalarrea es un topónimo que resulta actualmente engañoso.
Si antiguamente esta zona de terrenos comunales del ayuntamiento de
Leitza estaba ocupada por rasos, en el paseo que vamos a realizar veremos que sólo atravesamos, durante unos 200 metros, unos prados junto al monte Urdola. El resto se realiza bajo el constante acompañamiento de arbolado.
La cultura forestal de los naturales de Leitza se manifiesta en cualquier rincón del paseo. Casi todo lo que vamos a visitar son árboles plantados. Sin embargo la armonía del itinerario es constante, y el cariño con el que el paisaje ha sido modelado durante tantos años se manifiesta por doquier. Lugares como la fuente de Sarasain, el recuerdo de Aritzaundi o la majestuosidad de
Izaieta son producto de un constante trabajo de silvicultura que en una localidad como Leitza tiene muchos entendidos y mucha historia.
El recorrido es circular. Aunque hay algunos tramos ascendentes y otros descendentes, siempre son trozos relativamente suaves y nunca prolongados.
Para llegar al punto de partida: Si entramos, como es habitual, desde la autovía, al entrar en Leitza, tras superar las naves de la papelera, tomaremos un carretil que se desvía a la izquierda en ascenso (en fuerte ángulo con nuestra dirección) hacia el oeste. Incluso si viéramos complicado el giro podemos avanzar unos 100 metros para girar 180 grados en una rotonda y volver sobre nuestros pasos para tomar cómodamente el desvío. Unos metros más adelante está señalizada la dirección de Leitzalarrea. Ocho kilómetros después de iniciar el carretil tenemos, en un cruce de pistas, una zona amplia donde podemos aparcar a la izquierda, tras cruzar una regata por puente. Un panel describe la zona y un sendero local que coincide en muchos tramos con el nuestro. Este paraje es Iskibar, donde quedan las huellas de unas antiguas instalaciones de lavado de mineral de espatofluor, obtenido de unas minas cercanas ya cerradas.