El recorrido lo iniciaremos desde la calle que sube antes del frontón en dirección norte. Atravesamos el pueblo y dejamos a nuestra derecha las nuevas urbanizaciones para seguir por pista en muy bien estado que se dirige hacia las canteras y los montes que tenemos enfrente al norte.

A los trescientos metros la pista se cruza con otra carretera asfaltada que corresponde a la antigua vía del tren Vasco-Navarra hoy convertida en vía verde y peatonal, muy recomendada para hacerla en bici o paseando. Nosotros seguimos recto entre un campo de cereales a nuestra izquierda y algunos arbustos y arbolillos completamente blancos por la contaminación de la cantera que no merece la pena ni comentar.

Llegamos a la puerta principal de la cantera donde evidentemente está prohibido el paso, giramos a nuestra izquierda bordeando los montículos de piedra caliza obtenidos de la cantera y vamos ascendiendo y bordeando una parte de la cantera por su lado occidental.

En este tramo tenemos ocasión de contemplar la estructura interna de la sierra de Lóquiz, una caliza muy fractura y muy alterada por el agua. En los taludes de la pista que tenemos a nuestra izquierda podemos contemplar la formación de “caliche”, el agua que percola en profundidad lleva disuelto mucho carbonato cálcico que deposita entre las piedras sueltas y la suelda como si de un cemento se tratase.

La pista se trifurca y nosotros seguimos recto por la de la izquierda dejando las de la derecha que suben hacia los distintos escalones de la cantera. A los pocos metros la pista atraviesa una rejas que impiden el paso del ganado y se adentran en el barranco ya entre arbolado.

A los lados del camino vamos a ver numerosos canchales constituidos por gran cantidad de piedras sueltas, angulosas formadas por crioclastia que nos dejan claro las características de esta roca y la existencia en antaño de un clima notablemente más duro que el que ahora tenemos. Todos estos canchales se han formado por los efectos combinados de los cambios bruscos de temperatura y la congelación del agua que se mete entre las grietas y que realiza un efecto cuña provocando la rotura de la roca madre.

El camino se va adentrando en un encina muy típico que nos acompañará casi todo el recorrido. El estrato arbóreo aquí está compuesto casi exclusivamente por encinas, Quercus ilex, y carrascas, Quercus rotundifolia, que se diferencian por su hoja más o menos alargada

En el estrato arbustivo alto destaca dominando el boj, Buxus sempervirens, y se acompaña de otros grandes arbustos, como el madroño, Arbutus unedo, los enebros de la Miera, Juniperus oxycedrus y algunos laureles chinos, Viburnum tinus.

El estrato arbustivo bajo está formado por arbustos más xéricos y Mediterráneos, como la jara blanca, Cistus albidus, el tomillo, Thymus vulgaris, el espliego, Lavandula latifolia, (aquí bastante raro), y otros

Llegamos a zona aclarada por el hombre en la que se ha podado el boj y el estrato arbustivo alto para aprovechamiento ganadero. Como consecuencia de ello dominan más algunos más raros hasta aquí como, el rusco, Ruscus aculeatus, gayuba, Arctostaphyllos uva-ursi e incluso el brezo común, Erica vagans.

Dejamos la pista y tomamos un sendero muy bien marcado, casi un camino que se mete a nuestra derecha entre el bosque y que asciende suavemente entre arbolado más cerrado. El camino va ascendiendo y ya llegando arriba el arbolado disminuye y nos deja una buena vista de todo el barranco y el encinar.

Al final del camino, nos tropezamos con una langa metálica que pasaremos para encontrarnos con un nuevo camino. Tras pasar la langa veremos a nuestra izquierda una gran pista que viene de la parte alta del barranco y que desciende hacia el pueblo de Ollogoyen, nosotros seguiremos a la derecha en dirección Este.

A los pocos metros el arbolado nos deja ver una magnífica vista del valle de Allín y las laderas meridionales de las sierra de Urbasa y Andía. Un buen momento para tirar de mapa y reconocer los diversos pueblos y montes que contemplamos.

La vegetación se repite aunque aquí son más frecuentes las gayubas, enebros y madroños y ocasionalmente entre el arbolado podemos contemplar algunos ejemplares dispersos de quejigo, Quercus faginea, que en esta época los reconoceremos bien por sus hojas marrones que se conservan secas durante todo el invierno. En este punto podemos contemplar a nuestra derecha un entrante que corresponde a una antigua carbonera, actividad muy típica de esta zona y que aún se puede contemplar en alguna localidad relativamente cerca en el valle de Lana.

Siguiendo el camino llegamos a un claro de bosque en una amplia curva. En este mismo claro dejamos la pista y comenzamos a descender, unas rodadas nos señalan vagamente un camino que poco a poco se va haciendo muy claro y se adentra en el bosque descendiendo. En los bordes del claro podemos contemplar unos magníficos ejemplares de enebro claros indicios de que esta zona se ha quemado, posiblemente en repetidas ocasiones, haciendo desaparecer gran parte de los arbustos salvo los enebros que con su resina soportan muy bien los incendios, así como los pinos.

El camino desciendo entre un arbolado que posiblemente sufrió también alguna quema como parece deducirse por la abundancia de enebro y coscoja, Quercus coccifera, que hasta este lugar apenas la hemos visto.

Salimos del bosques y nos encontramos al borde de una grandes extensiones de viñedo, cultivo que se está extendiendo en los últimos años por la zona, seguimos el camino que nos llevará directamente de regreso al pueblo.

"El camino que traemos va a parar a la pista por la que iniciamos el recorrido. A nuestra izquierda enfilaremos hasta el pueblo pasando nuevamente por la antigua Vía Vasco-Navarra"