Ollogoyen. Atravesamos el pueblo y aparcamos casi al final. Podemos hacerlo sin problemas, pues el pueblo disfruta de anchas zonas entre las casas.
Salimos hacia el Oeste dejando a la izquierda una casa con una placa blanca con el nombre del pueblo. El camino es amplio y acondicionado para vehículos. Inmediatamente tomamos una bifurcación a la derecha, por senda herbosa con tapia baja a la izquierda en dirección hacia la ermita que se ve arriba, en la cresta.

También es posible seguir por la pista hasta superar una instalación ganadera (4 minutos-370 metros) y, al final de la misma, girar a la derecha y ascender.

La iglesia queda siempre a la izquierda en alto.

Cruce con la pista que hemos dejado a la salida.

Si hemos venido por esta pista y la granja, aquí se unen ambas opciones. Habría que sumar otros trescientos metros más.

Seguimos ascendiendo hacia la cresta. Tras atravesar un paso canadiense la pista empieza a empinarse, trazando algunas curvas en zig-zag.

Al alcanzar la cresta nos llega por la izquierda el «Camino Viejo». Torcemos por lo tanto a la derecha y seguimos ascendiendo, con una alambrada a la izquierda.
Tres minutos después pasamos junto a la ermita de San Cristóbal, que queda a la derecha del camino, semioculta por el arbolado. En realidad, nos cuentan Rubén e Iranzu, se trataba de la ermita de San Víctor, (así está escrito en la puerta), pero ahora, no saben por qué razón, ocupa la misma la imagen de San Cristóbal.
La panorámica sobre el valle es excelente. Tras la ermita tenemos, esperándonos, la sierra.
Volvemos a la pista y seguimos ascendiendo con suavidad, rodeando una loma por su izquierda. El bosque tiene mucho monte bajo, con carrascas, boj, enebro y algunas ollagas.

A los ocho minutos collado. Comenzamos un ligero descenso. Una senda se desvía a nuestra derecha y no la tenemos en cuenta. Marcha paralela al camino principal y después vuelve a unirse.

Dos minutos después...

Paso canadiense. A la derecha puerta de hierro. Pocos metros más allá encrucijada de caminos. Seguimos al frente.
Un minuto después nuevo cruce de caminos. Tomamos por la derecha.

Bifurcación importante.

La pista que se va al frente marcha hacia una visible caseta de cazadores en alto. Nosotros tomamos a la derecha, girando casi 180 grados y comenzamos un ascenso algo pronunciado.

Cinco minutos después sale una senda (señalada por un cairn) que desciende por el puerto de Ollogoyen hasta el pueblo. En sentido contrario la senda sigue entre las carrascas. Seguimos el principal.

El camino deja de ascender. Circula junto al cortado. En algunos puntos se aprecia el valle bajo nosotros, con hermosas vistas de la llanura y de los pueblos cercanos. Al fondo Montejurra y Monjardín.

En primer plano vemos abajo las plantaciones truferas, con balsas artificiales creadas para acumular agua para el riego.
Las carrascas se van mezclando con robles.

Un camino herboso se desvía a la derecha en un punto marcado por un poste señalizador del PR NA-184 (a la izquierda del camino). Esta desviación con ida y vuelta es interesante, para visitar el «Huerto del Raposo».
La tomamos. El camino inicialmente asciende por bosque cerrado y se estrecha ligeramente.
Posteriormente se aclara algo y comienza un ligero descenso, ya cerca del cortado (a los 9 minutos de la desviación).

Hay una bifurcación que tomaremos a la derecha y que tendremos en cuenta al volver (podemos despistarnos).
Todo este camino está marcado por señales amarillas y blancas que nos guían.

Cortado. Sobre Ollogoyen.

La vista es excelente sobre el valle.
Por la izquierda, relativamente cerca del cortado, circulamos por sendas cercanas al borde. Unos 20 metros más allá descendemos con cuidado entre las rocas, en una especie de laberinto caótico.
Alcanzamos al poco rato una zona cerrada por dos inmensas rocas, con un corte que tiene en su parte baja un túnel que podemos atravesar. A nuestra izquierda, antes de llegar a dicho túnel, una senda conduce a una piedra, tras un paso muy estrecho, que semeja un balcón sobre una depresión que se abre entre grandes pedruscos, con una exuberante vegetación en la que llama la atención, por el microclima del lugar, la presencia del helecho macho, la hiedra y otras especies. Es el «Balcón del Raposo», y la parte de abajo se denomina el «Huerto del Raposo». Se puede visitar también volviendo sobre nuestros pasos y bajando de nuevo a la izquierda unos metros más adelante.
Si atravesamos el túnel saldremos junto al borde de la sierra, que desde aquí se desploma sobre el pueblo en una cascajera que permite un descenso rapidísimo para quien quiera vivir emociones fuertes.
Todo este paraje es un precioso rincón que por sí solo justifica la caminata hasta aquí. Hay pequeñas cuevas por todas partes.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el punto señalado en 0:59 horas. ¡Atención a la bifurcación antes señalada!

De nuevo en el cruce señalizado con el poste del PR NA-184. Seguimos ahora el camino principal (a la derecha). El ascenso es continuo pero sencillo.

Alcanzamos el punto más alto del itinerario. A partir de aquí iniciamos descenso muy suave hacia la cercana ermita de Santiago de Lokiz.

Seguimos entre carrascas aunque el paisaje se va abriendo, y dos minutos después, en una curva, se despeja la vista.

Al fondo aparece la hendidura que hace el puerto de Ganuza en la Sierra, y tras ella, todavía alejada, la cima de Sarzaleta (puede examinar la ruta que visita esta cima y la de San Cosme).

Dominando este raso, restaurada y muy hermosa, tenemos la ermita de Santiago de Lokiz.
Antiguamente denominada de San Cucufate, ha perdido su denominación por la actual. Tiene adosado un refugio y un merendero orientado al sur, con mesa, bancos de piedra y chimenea, protegidos con una verja metálica y a cubierto. Un rincón muy agradable para reponer fuerzas. Algo más allá un grifo nos ofrece la posibilidad de reponer líquido.
Un poste tras la ermita nos avisa que el puerto de Ganuza se toma 100 metros más allá.
Tras la parada obligada retomamos el camino, que pasa tras la ermita por su izquierda.
Atención al desvío, a dos minutos de retomar el camino, para acceder el puerto. Está señalizado a la derecha del camino por dos cairns y pintura amarilla y blanca.
Intentando evitar despistes un pilote a la izquierda tiene pintada un aspa en color amarillo y blanco que advierte que no debemos seguir más allá por el camino. Y es que la senda que debemos tomar es herbosa y bastante más estrecha que el camino que hasta ahora llevábamos.
Descendemos por zona boscosa y monte bajo, prestando atención por lo cerrado de la vegetación. En principio nos dirigimos hacia el lado contrario del barranco y empezamos a hacer zig-zags en el descenso, bordeando el cortado y enlazando con otras sendas.

Una piedra pintada en el suelo nos indica el entronque con otra senda y el cambio de dirección (a la derecha).
El camino se va haciendo más claro y nos introduce de lleno en el cortado, donde el paisaje se vuelve muy atractivo y el paseo emocionante, con grandes cortados verticales a través de los cuales vamos descendiendo en zig-zag. Pasamos por la boca de una cueva (2:04).
Siete minutos después una puerta metálica pequeña, en medio de los zig-zags, cierra el paso al ganado.
En esta zona el camino ha sido construido sobre grandes muros de piedras apiladas para permitir su existencia (fotografía), pues de lo contrario sería imposible pasar por el lugar. Hay quien atribuye tal construcción a la época árabe.
Cuatro minutos después desembocamos en una cascajera que atravesamos en diagonal, bajando rápidamente pero más o menos cómodos.

El camino deja de descender y se hace repentinamente más ancho.

Estamos en la toma de aguas de Ganuza. Junto a nosotros grandes y longevas encinas. Merece la pena un pequeño descanso para admirar el paisaje de lo que acabamos de dejar tras de nosotros. Las paredes de la sierra guardan la verticalidad, únicamente rota por el estrecho sendero semi-artificial que nos ha permitido descender.
Los buitres suelen aprovechar este circo natural para remontar el vuelo por las corrientes ascendentes de aire.

Puerta metálica, a la entrada de Ganuza.
El campo de fútbol queda a nuestra derecha, en medio de cultivos de almendros y algunas plantaciones de truferas (encinas micorrizadas), que completan la explotación natural de este apreciado manjar que se cría en estas tierras.
Atravesamos la localidad por la parte más cercana a la sierra (otro poste del PR NA-184 nos indica la dirección) para salir, cuando aparece el asfalto de la carretera, por una rampa encementada que nos lleva junto a la iglesia y el cementerio por el camino que se dirige hacia Ollobarren y Ollogoyen.
Ocho minutos después desviación a la derecha.

Una serie de postes indican, en un cruce, otro camino hacia Santiago de Lokiz a la derecha, y 500 m hacia la izquierda para llegar a Ollobarren.
Seguimos de frente, hacia dos casas de campo.

Once minutos más tarde alcanzamos un pequeño collado bajo el cual, en pocos metros, llegamos al punto de partida, Ollogoyen, en poco más de tres horas de travesía.