Estación RENFE de Tudela.
Amplia rotonda delante del edificio. Si nos colocamos en la puerta, de espaldas a la instalación, por la izquierda de esta rotonda arranca, pegada a un muro, con suelo de gravilla, la vía verde.
En el punto de inicio hay un panel explicativo, junto al edificio de UGT. A la izquierda dejamos dos viejos pontones de hormigón de los que hacen de tope final de las vías.
La senda se inicia con ligera cuesta hacia una barandilla desde la que gira a la derecha para subir por una calle.
Seguimos junto a una guardería y dejamos también a la derecha el patinódromo. Así salimos a una rotonda.

Rotonda. Cruce con el Camino de Santiago del Ebro, del que encontraremos algunas flechas amarillas en sentido inverso a nuestra marcha.
Al otro lado está el Colegio Público «Griseras», y delante de la puerta, en un parque, se ha colocado una antigua locomotora del ferrocarril Tarazona-Tudela (el «Escachamatas»).
Para seguir nuestro camino no es necesario cruzar hasta allí.
Basta con girar, en la acera por la que llegamos, 90º a la izquierda, y seguir como guía el suelo pintado de color verde, que cruza después una calle y pasa por delante del albergue juvenil (que también hace funciones de tal para los peregrinos del Camino).
Seguimos rectos.

Siguiendo rectos salimos enseguida de Tudela por carretil asfaltado. Las cunetas no están muy arregladas.
A la izquierda queda un silo de cereal.
Después llevamos a la izquierda el ferrocarril de RENFE.
Nos acercamos a un viaducto (carretera vieja de San Sebastián) que pasaremos por debajo. Después de atravesar un pequeño puente con barandilla y suelo de traviesas derivamos unos metros a la izquierda y, entre dos señales de prohibición de circulación a vehículos motorizados, se inicia la cinta del camino de zahorra y asfalto por la que vamos a circular a lo largo de todo el paseo.
Pronto, tres minutos después, ambas vías divergen. La del Tarazonica va girando en amplia curva hacia la derecha.
Empezamos a divisar el Moncayo al fondo a la derecha.

Pasamos por un túnel bajo la carretera que sale hacia Zaragoza (a unirse en Fontellas con la N-232).
Enfilamos así una larguísima recta que, en sentido oeste-suroeste, se va a mantener durante unos cuantos km.
A ambos lados iremos dejando huertas y fincas rústicas, con vegetación de árboles sueltos o en grupos de chopos, cipreses, algunos sauces...

Nuevo túnel para pasar bajo la carretera N-232 (A-68).
Plantaciones de frutales jalonan el recorrido.
En los cruces en que algunas pistas de servicio atraviesan nuestro camino se han colocado traviesas verticales que impiden que los vehículos se metan por el vial.
A la derecha se levantan los edificios del hospital Reina Sofía.

Área de descanso con mesas, bancos y un monumento al «Escachamatas», todo ello realizado con materiales del ferrocarril (ruedas, raíles, sirgas...).
No muy lejos...

Por pasarela elevada (la pendiente más «pronunciada» de todo el recorrido), cruzamos la carretera NA-3010 Tudela-Ablitas.
A partir de aquí predomina el cultivo del olivo alternando con algunos barbechos.

La pasarela es la mejor oportunidad de tener una visión panorámica de un terreno tan llano.

Canal de Lodosa
Lo cruzamos por puente con barandillas de hierro. Sigue la recta.

Ahora le toca a la autopista AP-68.
Mediante dos túneles pasamos bajo ambos viales.
Moncayo sigue siendo el mayor accidente que altera el horizonte.

Estación de Murchante.
Pocos metros antes hay una zona de esparcimiento a la derecha, con mesas y bancos.
La localidad se ve a la derecha (a una distancia de alrededor de 1 km).
La estación está abandonada y semirruinosa. Se mantienen, no obstante, los edificios, los rótulos y los andenes.
En un panel que muestra el mapa aparece también información sobre las localidades de Murchante y Ablitas.
Poco después se inicia un pequeño descenso y el camino se encaja entre dos taludes. Al pasar bajo un carretil que salva nuestro camino por unos puentes giramos ligeramente a la izquierda (después de tantos km de recta).

Doscientos metros a la derecha divisamos unas tapias y la espadaña de una capilla.
Se trata de los restos del despoblado de Urzante.
Nos cuenta amablemente Javier Soria (del restaurante La Taberna de Tulebras) que mantiene una página web con interesantes datos sobre toda la zona:

Urzante es un despoblado desde hace 50 ó 60 años. Actualmente quedan en pie la Iglesia, la Casa de Juntas, el cementerio y un corral de ganado.
En la Casa de Juntas se reúne, por lo general una vez al año, la «Diputación de Campos de Urzante» compuesta por 2 representantes de Cascante, 2 de Murchante y 1 de Tudela, además de un secretario que también es de Cascante. Preside dicha Junta la alcaldesa de Cascante.
El ayuntamiento de Cascante administra las 630 Ha de campos de Urzante. Por eso hoy el término municipal de esta población llega hasta el paraje de la Cuesta Malla (en las cercanías del Hospital Reina Sofia de Tudela).
El cementerio guarda los restos de los antiguos habitantes de Urzante. Desgraciadamente también yacen allí al lado, junto a los muros, los fusilados durante la guerra civil en el lugar.
Todos los años, al llegar el 12 de octubre, se reúnen en el despoblado muchas personas de los pueblos de alrededor, especialmente de Murchante y Cascante. Se oficia una misa con procesión incluida y los asistentes preparan y comparten la comida (habitualmente a base de calderetes).

En 1808 se libró una famosa batalla en los terrenos que hay entre Tudela y Cascante, en la que participaron nada menos que 50.000 soldados franceses y 45.000 españoles. Urzante fue testigo de lo que allí ocurrió.
Todavía viven en Murchante algunas personas descendientes directos de los últimos moradores de Urzante.

Si deseas visitarlo, un camino perpendicular va directo hacia el altozano, cruza la carretera y llega al despoblado.

El Tarazonica sigue adelante:
1:53 - (9,12 km) Nos rodean los cañizales. Durante un rato iremos oyendo el ruido de la cercana carretera Tarazona-Tudela (N-121-C). Después nos alejaremos otra vez.

Pasamos a la altura de Cascante.
Se ve perfectamente la característica escalinata cubierta de subida a Nuestra Señora del Romero (la basílica que se levanta sobre la localidad).
En primer término tenemos una vieja chimenea industrial (de 1901) ocupada por el nido de unas cigüeñas.
El camino vuelve a girar algo a la izquierda.

Estación de Cascante.
Su estado es similar al de la de Murchante. También permanecen los andenes y edificios, por lo que suponemos que en el futuro pueden ser objeto de alguna restauración que les devuelva el sabor de su mejor época.
El trazado se vuelve ahora más sinuoso. Hay más curvas y marcha, ya alejado de la carretera, entre campos de frutales.
A 300 metros de la estación pasamos bajo la carretera Cascante - Ablitas (NA-3020). Si nos desviáramos por la misma llegaríamos en 2 km a la laguna de Lor.

Una pista cruza a la entrada de Tulebras, localidad pegada al recorrido, pero que casi no se ve por estar tapada por una gran finca cuyas tapias y arbolado nos impiden ver de momento la pequeña localidad.
El recorrido sigue recto, manteniendo a la derecha la tapia de dicha finca, tras la que se aprecian los muros del monasterio.

Al llegar al final de la tapia nos encontramos la estación de Tulebras.
Aunque parece estar en un estado semejante a las otras dos, en este caso se encuentra mejor cuidada.
Nada más superarla tomamos la entrada de la derecha que nos comunica con el pueblo en pocos metros. En realidad estamos dando la vuelta al Monasterio de Tulebras, al que accedemos cuando desde la carretera nos introducimos en la primera calle.

Tulebras
Fin del recorrido.
Aunque la localidad es pequeña, alberga en su seno una joya cisterciense.

MONASTERIO DE TULEBRAS
A orillas del Queiles y entre Cascante y Monteagudo se halla el monasterio de monjas cistercienses de Tulebras, llamado de Santa María de la Caridad, el primero femenino que el Císter fundó en España, allá por 1147, cuando en Navarra reinaba García Ramírez el Restaurador. Su primer emplazamiento fue en Tudela, aunque pronto se trasladaría a Tulebras.
Favorecido por reyes y papas, de aquí nacieron otras muchas fundaciones esparcidas por los reinos de Navarra, Aragón, León y Castilla. Las sucesivas reedificaciones, según los estilos del momento, hicieron cambiar su aspecto primitivo. Sufrió además las vicisitudes de la guerra de la Independencia y la desamortización de 1835 (fueron confiscados el Archivo y las tierras del monasterio). Pero ni siquiera este proceso que hizo desaparecer tantas instituciones religiosas, logró alterar la vida de esta comunidad del Císter que se ha mantenido viva en el lugar desde su fundación hasta nuestros días.
Hoy se han recuperado la parte románica (muros, ábside y dos portadas) y las bóvedas del XVI.
Entre las cosas notables que conserva se encuentran en el Presbiterio la mesa del altar, del siglo XIII y la Virgen de La Caridad, del XIV (gótica).
Posee una interesante colección de arte sacro, referida, fundamentalmente, a los siglos XVI, XVII y XVIII. Destacan el retablo pintado con el tema de la Dormición de la Virgen y la tabla de la Santisima Trinidad, de Jerónimo Cósida, pertenecientes al manierismo renacentista, así como la Virgen de la Cama, ejemplo de las imágenes de vestir barrocas, de singular rareza iconográfica. A la orfebrería, cantorales y mobiliario, también expuestos, se une la visita a la torre romana contigua, que conserva piezas de interés arqueológico. La sala de exposiciones se halla en el antiguo dormitorio del siglo XII.
Titular: Monjas cistercienses del Monasterio de Santa María la Real de la Caridad.
Teléfono: 948851475

Es posible volver a Tudela tomando el autobús que recorre regularmente la carretera que pasa por el mismo pueblo. Sus horarios (de lunes a sábado) permiten una combinación muy cómoda.
Además dispone de un restaurante (La Taberna), donde Javier Soria y su familia tratan con gran amabilidad a todos los senderistas y preparan unos excelentes menús.